¿Nuestros rostros reflejan nuestra verdadera identidad?
En todo proceso de conocimiento, uno presupone una imagen del otro que compone
con fragmentos de la realidad y una gran fantasía.
Tendemos a clasificar a las personas a partir de conceptos rígidos
formándonos ideas o creencias ficticias, ajenas a la realidad.
La interacción con los demás supone una buena dosis de subjetividad de la que es necesario
abstraerse para alcanzar un conocimiento del otro acorde con su verdadero ser.
Sin adornos, estos retratos de mujeres en distintas etapas de la vida pretenden
conservar la esencia de cada alma, pero, a la vez, atenúan sus rasgos más distintivos.
El recurso de la similitud permite descubrir la diversidad como intento de elevar la percepción y,
de ese modo, poder luego reconstruir cada individualidad.
2005
Obras